arquitectura – proyecto – vivienda social – rehabilitación

ESTE TEXTO REFLEXIONA SOBRE LA SITUACIÓN DE LOS CONJUNTOS HABITACIONALES CONSTRUIDOS POR EL ESTADO EN ARGENTINA EN LOS AÑOS 70 DEL SIGLO XX, Y SU POSIBLE RECUPERACIÓN A PARTIR DEL ANÁLISIS DE LAS CONDICIONES ACTUALES DE LA VIVIENDA CONTEMPORÁNEA. NUMEROSAS EXPERIENCIAS NACIONALES E INTERNACIONALES PONEN DE MANIFIESTO QUE LA REHABILITACIÓN DE ESTOS CONJUNTOS ES UNA ALTERNATIVA FRENTE A LA DEMOLICIÓN Y A LA CONSTRUCCIÓN DE UNIDADES INDIVIDUALES EN ÁREAS URBANAS PERIFÉRICAS.

En sus orígenes, los proyectos de grandes conjuntos habitacionales en Argentina fueron la respuesta urgente a la problemática de sobrepoblación de las ciudades y a la proliferación de las villas de emergencia. Pero luego de más de cuatro décadas de iniciada la producción de vivienda a gran escala y de la evaluación de dicha experiencia, se reconocen una serie de efectos no deseados. La crítica situación de estos barrios, progresivamente vandalizados y degradados, demuestra que las soluciones habitacionales de los 70 constituyen hoy un problema social y urbano relevante.

Estos conjuntos han sido absorbidos por las ciudades a las que antaño pertenecían como suburbanos, se encuentran insertos en ellas pero la mayoría sin integración al tejido. Su deterioro acelerado se debe, en términos generales, a la falta de mantenimiento, tanto de los edificios como de los espacios públicos y comunes, al colapso de las instalaciones y a la falta de reglas y controles urbanos claros que consienten la aparición de construcciones espontáneas sin una planificación adecuada. Por esta situación de deterioro, gran parte del parque habitacional requiere de intervenciones tendientes a su mejoramiento.

Según un relevamiento nacional sobre datos proporcionados por los Institutos de Viviendas de todas las provincias argentinas, existen 691 conjuntos habitacionales en nuestro país, que corresponden a 235.800 viviendas que albergan a un millón de habitantes (Bekinschtein Calcagno, Risso Patrón 2013).

Distribución de los conjuntos habitacionales en el país. Fuente ReHabitar, 2013

La obsolescencia de los barrios construidos en los años 60 y 70 es uno de los mayores retos que afronta la ciudad contemporánea. Por ello, se anima la recuperación de estos conjuntos desde criterios de sostenibilidad económica, social y ambiental. Esto implica desalentar la alternativa de la demolición –y su consecuente reconstrucción– o la construcción de planes de viviendas individuales en áreas urbanas periféricas y, en su lugar, apostar por una nueva manera de intervenir en la ciudad heredada y habitada, basada en modelos de gestión que hagan partícipe al ciudadano, al tiempo que consideren la transformación funcional del patrimonio heredado desde el respeto a la memoria y a la historia.

En este sentido, se entiende por rehabilitación de la ciudad construida a la recuperación urbana que trasciende lo edilicio, modificando la escena urbana consolidada y orientándose a la salvaguarda de valores histórico-culturales, económicos y ambientales. Se trata de revitalizar los barrios, encontrar formas alternativas de gestión y fomentar el surgimiento de nuevas identidades, apuntalando la formación del vínculo social (Wainstein, Krasuk, Gerscovich 2009).

Categorías de análisis

Sin duda, las operaciones de rehabilitación no pueden llevarse a cabo sin comprender que los programas y las realidades que dieron origen a los conjuntos de vivienda social en la década de 1970 no son los mismos que las demandas y el estado de la cuestión de la vivienda en la actualidad. Entonces, nos preguntamos: ¿responden las viviendas de estos barrios a la diversidad social?; ¿se integran a la ciudad y al territorio que los contiene, a la par que contribuyen a mejorar la calidad de los mismos?; ¿hacen uso razonable y responsable de las tecnologías disponibles?; ¿responden a criterios de sustentabilidad?

Para responder a estos interrogantes, a continuación, se presentan categorías que permiten analizar el estado de la cuestión de la vivienda contemporánea y, de este modo, poder proponer estrategias de intervención. El objetivo a futuro es lograr que los conjuntos puedan acompañar y evolucionar junto a los cambios y necesidades de sus habitantes.

Ciudad

El problema de la vivienda colectiva solo se puede resolver en estrecha relación con una política urbana que conforme las infraestructuras necesarias para vivir, trabajar y desplazarse con dignidad. Aspectos como la localización, el transporte, la relación con el barrio y la proximidad a una red de equipamiento de escala variada son imprescindibles. Los espacios colectivos intermedios, en la confluencia entre el espacio privado de la vivienda y el espacio público de la calle, favorecen el conocimiento y la relación entre los vecinos. La red de espacios intermedios es la clave para fomentar los valores de sociabilidad, solidaridad y civismo en la comunidad.

Los valores que más se han de tener en cuenta cuando nos referimos a operaciones urbanas, son los de proximidad: al transporte público, las compras cotidianas, la educación, el trabajo, la salud, el ocio y el deporte. También se valora la convivencia de usos que enriquecen la vivienda: espacios de ocio, lavaderos, jardines, centros de día, oficinas, locales comerciales y estacionamientos.

Asimismo es importante tener en cuenta la existencia de espacios intermedios que potencien una buena relación entre la residencia y la ciudad, además de la relación con el espacio público existente en las veredas y plazas y, especialmente, considerar si el mismo conjunto residencial genera espacio público. En este sentido, se valora muy positivamente la capacidad de los edificios de vivienda de generar espacios colectivos y de dominio público.

Arquitectura

La vivienda, primer espacio de socialización y representación espacial de las agrupaciones familiares, ha de ser capaz de albergar las diversas maneras de vivir que tienen sus habitantes. La sociedad de las últimas décadas ha cambiado considerablemente su composición y las preguntas que caben son cómo esto se refleja en la arquitectura que habitamos y en qué medida la vivienda da cuenta de la evolución de la relación entre las familias y sus espacios.

Por lo tanto, la solución para afrontar la diversidad necesaria de tipos de vivienda radica en desarrollar mecanismos de flexibilidad que impliquen la existencia de espacios con la mínima jerarquía posible y la previsión de áreas para el trabajo remunerado. Hay otra cuestión crucial a resolver en el interior de la vivienda: la igualdad de género, que se afronta haciendo visibles las tareas domésticas y permitiendo un uso compartido de los espacios para las tareas del hogar. Han de considerarse, también, los grados de accesibilidad de cada vivienda, atendiendo a la existencia de desniveles y escaleras, a la posibilidad de moverse en silla de ruedas, a las facilidades de movimiento para personas ancianas, en situación de discapacidad o simplemente para un cochecito de un niño.

Tecnología

Pensar en espacios flexibles implica definir una adecuada articulación de los diversos sistemas que confluyen en la vivienda. Estos deben ser pensados de forma tal que permitan la mayor evolución y adecuación de los componentes a los requerimientos cambiantes de los usuarios.

El objetivo es precisar sistemas constructivos que no se conviertan en obstáculos para las transformaciones. Estos sistemas pueden traducirse en dispositivos que habiliten la posibilidad de crecimiento de superficies, la modificación interna de los espacios o la actualización fácil de las instalaciones.

La vivienda debe ser diseñada bajo la condición de perfectibilidad y adaptabilidad, lo que implica pensarla no ya como un producto terminado, sino como un soporte capaz de ser mejorado.

Recursos y sustentabilidad

La vivienda del futuro inmediato ha de basarse en el eficaz aprovechamiento de los recursos: fomentar el uso de las energías renovables dentro de la vivienda y gestionar la correcta y selectiva recolección de residuos.

En este camino, se debería defender una sostenibilidad auténtica, que comience por revalorizar las formas convencionales de aprovechamiento pasivo de las cualidades del lugar: una adecuada orientación de la vivienda, la búsqueda de recursos que faciliten las mejores vistas, la entrada de los rayos del sol y la ventilación natural.

Además del aprovechamiento pasivo, es importante disponer de instalaciones de aprovechamiento activo, como células fotovoltaicas y colectores solares (agua caliente y/o calefacción), así como también la reutilización de aguas grises y pluviales para las cisternas de los inodoros y riego. Finalmente, son elementos decisivos el control y eficacia del consumo de energía y de agua, junto a todo lo concerniente a la generación de residuos por parte de la vivienda.

Experiencias

Las posibilidades y las herramientas que hoy, con el tiempo y la experiencia acumulada, puede ofrecer la arquitectura y las demás disciplinas relacionadas, junto a la voluntad política de enfrentar el problema, señalan que hay soluciones posibles. Prueba de ello son las acciones emprendidas en numerosas experiencias de rehabilitación, tanto nacionales como internacionales.

Entre estas experiencias podemos nombrar el Plan de Transformación del Barrio La Mina en Barcelona (2000), la propuesta de Ateliers Jean Nouvel, Michel Cantal-Dupart y Jean-Marie Duthilleul para «Le Grand Paris» (2009) o el caso emblemático de la torre de vivienda social en la avenida Bois Le Prêtre, situada en la periferia norte de París, de los arquitectos Anne Lacaton y Jean-Philippe Vassal (2011). Es de destacar también, la experiencia de las cooperativas de vivienda en Uruguay con diversos ejemplos de actuaciones en Montevideo: el conjunto Boulevard Artigas I, la COVICIVI I y COVICIVI II (Cooperativa de Vivienda de Ciudad Vieja).

Le Grand Paris. Nouvel, Cantal-Dupart y Duthilleul. Fuente: http://www.jeannouvel.com/projets/grand-paris/

Torre Bois Le Pretre. Anne Lacaton y Jean-Pilippe Vassal. Fuente: http://www.lacatonvassal.com/?idp=56

En relación con la rehabilitación de Conjuntos Habitacionales en nuestro país, uno de los primeros casos representativos fue el barrio Constitución en Trelew, del Programa del Instituto Provincial de la Vivienda y Desarrollo Urbano (IPV y DU) de la provincia de Chubut. En similar sentido, la provincia de Santa Fe, a través de su Gabinete Social, puso en marcha en diciembre de 2013 el «Plan ABRE: política social integral en barrios» con el objetivo de mejorar la convivencia en los diferentes sectores de las ciudades de Rosario, Santa Fe, Santo Tomé, Villa Gobernador Gálvez y Pérez.

Barrio Las Flores II, Santa Fe. Plan Abre de mejoramiento integral de barrios
Fuente: https://www.santafe.gov.ar/index.php/web/content/view/full/193144

Dentro de los barrios alcanzados por este programa se encuentra el «Barrio Las Flores II» (1968-1982) de la ciudad de Santa Fe, que fue utilizado como caso testigo para trabajar estrategias de rehabilitación en el marco de la tesis de maestría en Arquitectura, Mención Proyecto, FADU-UNL (2018).

Barrio Las Flores II: propuesta de rehabilitación de una manzana testigo.
Fuente: Alconchel, Ma. Victoria: “El hábitat social colectivo. Estrategias para su rehabilitación”. Maestría en Arquitectura, FADU. Santa Fe: FADU UNL, 2018

Barrio Las Flores II: propuesta de intervención. Fuente: elaboración de la autora

Estas experiencias demuestran que la rehabilitación de la ciudad ya construida, del suelo ya ocupado y de las redes socioculturales existentes son una alternativa frente a la demolición y la ocupación extensiva del territorio. Y demuestran además, que un plan de rehabilitación integral que intervenga positivamente sobre un hábitat social colectivo existente puede frenar su obsolescencia y dotarlo de la capacidad de autoregenerarse, prolongando su vida.

El trabajo en conjunto de equipos interdisciplinarios es la clave para garantizar el éxito de la rehabilitación, ya que es impensado desvincular las propuestas urbanas y arquitectónicas de las situaciones legales en que se encuentran los conjuntos, o de la aceptación social de los habitantes o de los recursos económico-financieros indispensables para llevar a cabo una intervención de estas características. Sin duda, el trabajo en conjunto de las diferentes áreas es la clave para garantizar el éxito de la rehabilitación.

Referencias bibliográficas

Bekinschtein, Eduardo, Lucía Calcagno y Domingo Pablo Risso Patrón. Hacia un programa de rehabilitación de los conjuntos habitacionales construidos por el Estado. Buenos Aires: SSDUyV, SCA Y CPAU, 2013.

Druot, Frédéric, Anne Lacaton y Jean-Philippe Vassal. Plus. La vivienda colectiva. Territorio de excepción. Barcelona: Gustavo Gili, 2007.

Dunowicz, René, y Teresa Boselli. La rehabilitación del hábitat. Gestión del patrimonio habitacional de la Ciudad de Buenos Aires. Buenos Aires: Nobuko, 2010.

Montaner, Josep María, y Zaida Muxï Martínez. Habitar el presente. Vivienda en España: sociedad, ciudad, tecnología y recursos. Madrid: Ministerio de Vivienda, 2006.

Nouvel, Jean, Michel Cantal Dupart y Jean-Marie Duthilleul. Nacimientos y renacimientos de mil y una felicidades parisinas. Paris: Mont-Botont, 2009.

Wainstein Krasuk, Olga, y Alicia Gerscovich. «Planificar para la rehabilitación de conjuntos habitacionales: dos casos piloto en el área metropolitana de Buenos Aires». Revista INVI 20, n° 53 (2005): 77-107. https://www.redalyc.org/pdf/258/25805305.pdf

Fuentes

Plan ABRE. Política social integral en barrios. https://www.santafe.gov.ar/index.php/web/content/view/full/193144

Plan de Transformación. Consorcio del Barrio de La Mina. En Consorcio del Barrio de La Mina. https://www.barrimina.cat/cast/

Cómo citar: 

Alconchel, María Victoria. «La rehabilitación del hábitat social colectivo». Polis, n° 16 (2019). https://www.fadu.unl.edu.ar/polis/

MARÍA VICTORIA ALCONCHEL
Arquitecta. Magíster en Arquitectura, FADU UNL. Docente en Taller de Proyecto Arquitectónico V.