VEINTE

Veinte es un número  compuesto. Al número 20 también se le conoce como el «número de dios», ya que se demostró, que 20 es el mínimo número de movimientos en el que se puede resolver un cubo de Rubik. Es la base del sistema de numeración Maya. El 20 se emplea como base del sistema vigesimal, usado en Euskera. Es el número atómico del calcio (Ca). Es el tercer número mágico en Física. Es el código telefónico internacional de Egipto. Y ahora, también un número muy especial de POLIS.

Tan especial es que empezó un año y terminó saliendo en otro. Coincidió con el fin de un ciclo de un nuevo gobierno de la Facultad y el comienzo de otro. Las circunstancias hicieron que sea una continuidad determinada por unanimidad de todos los miembros del Consejo Directivo de la Facultad. Sabiamente el Estatuto de la Universidad determina que es solo una vez la posibilidad de reelección.

Así que otra vez, aquí estamos, intentando resumir en muy pocas líneas la importancia que tiene POLIS para la Facultad y sobre todo en la perspectiva de estos 20 números. Una forma más de testimoniar el crecimiento de la Facultad, desde ese icónico primer número, publicado en 1998. Recorrer la colección de POLIS es una manera directa de encontrar la historia de la institución. Y tiene la virtud de leerse en esta versión del presente que imaginaron los autores de los artículos. Ahí está el conocimiento, el pensamiento, las aspiraciones, los desafíos y los sueños de toda una comunidad académica.

A casi 24 años, que solo haya 20 números testimonia las dificultades que como institución hemos ido atravesando, pero también la importancia que ha tenido para que –a pesar de todas las crisis que hemos sobrellevado como país y consecuentemente como Universidad– podamos decir: aquí, otra vez, estamos.

Ya no en las manos de sus lectores impresa en papel, como empezó esta historia, sino por medio de una pantalla. Pero, por esa misma razón, con mucho más potencial de alcance. Hoy se cuentan por cientos los lectores de los diversos países del mundo que tienen la posibilidad de recibirla, a veces como un mensaje escrito dentro de una botella, aunque ahora esté flotando en ese mar de información que es hoy internet.

Son otros tiempos estos que nos tocan vivir, tremendamente duros. Crueles también. A una situación muy compleja desde lo social y lo económico, se le agrega una salida de la pandemia que dejó huellas imborrables en cada habitante de este mundo y la ignominiosa noticia que ha vuelto la guerra, no porque se haya desterrado alguna vez, sino porque esta vez amenaza a convertirse en global.

A pesar de esto último, sería un error abandonarse a la desesperanza y la resignación. Todo lo contrario: es necesario que desde nuestro lugar apelemos al inquebrantable espíritu humano para poder, de forma resiliente, seguir aferrados a la ilusión de un futuro mejor. Sigamos apelando a expandir cultura, hagamos que nuestras ideas vibren, resuenen en este espacio libre y comprometido que es Polis para que sea también un aporte, mínimo, casi como una gota de agua, pero que sumado a otros tantos pueda convertirse en un océano que permita llevar cada vez más lejos nuestras voces.

Felices 20, revista POLIS. ¡Salud!