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ES IMPOSIBLE IMAGINAR EL DISEÑO CONTEMPORÁNEO SI NO HUBIERA EXISTIDO LA BAUHAUS. A PESAR DE RECONOCER DISTINTAS ETAPAS E IDENTIFICAR DIFERENTES TENDENCIAS, LA ESCUELA LOGRÓ GENERAR UNA IMAGEN HOMOGÉNEA. ESTE CENTRO DE EXPERIMENTACIÓN, A PARTIR DE LA NOCIÓN DE ARTE TOTAL, NO SÓLO CONSTITUYÓ LA BASE FORMAL DEL DISEÑO MODERNO EN TODAS SUS EXPRESIONES, SINO QUE LOGRÓ OTORGARLE CALIDAD ESTÉTICA TANTO AL DISEÑO EN COMUNICACIÓN VISUAL COMO AL PRODUCTO INDUSTRIAL.

Es imposible imaginar el diseño contemporáneo, en cualquiera de sus expresiones, tanto a nivel pedagógico como formal, si no hubiera existido la Bauhaus.

La Bauhaus –que se traduce como casa de construcción– fue fundada en Weimar en 1919, cuando Walter Gropius (1883-1969) unió la Escuela Superior de Artes Plásticas con la de Artes y Oficios del gran ducado de Sajonia, Weimar-Eisenach (la Kunstgewerbeschule, creada en 1906) que había dirigido Henry Van de Velde entre 1908 y 1915, año de su dimisión.

Esta institución antiacadémica, centro pedagógico y experimental de las artes, puede ser considerada como la primera escuela de diseño del mundo, aquella que funda las bases para el diseño moderno. Quizás en el imaginario de muchos se ha idealizado el momento que dio lugar a este espacio educativo tan singular como el de una Alemania económicamente activa e industrialmente desarrollada; sin embargo, al finalizar la Primera Guerra Mundial en 1918, se trataba de una nación en proceso de desintegración, sumida en el caos y estremecida por una gran crisis (Droeste 2015, 12).

Desde la unificación alemana (1871), la necesidad de ubicar al nuevo Estado Nación en el mercado mundial generó una voluntad de embellecer y perfeccionar la calidad de los objetos industriales para mejorar la competitividad de los productos y bienes de consumo alemanes, principios que la escuela heredaría de su vinculación con el Deutsche Werkbund (1). En este contexto, la propuesta de la Bauhaus estaba dirigida expresamente a obtener estándares de diseño de la más alta calidad dentro de la producción masiva, y esto comprendía tanto al diseño de la comunicación visual y el diseño industrial como a la arquitectura.

Entre los principios que guiaron al Deutsche Werkbund quizás la abolición de la división del trabajo (2) y el regreso a la unidad entre diseño y producción fueron los más significativos; aquellos mismos que condujeron al movimiento Arts and Crafts a partir de 1861–de la mano de William Morris– a la renovación de las artes y oficios en Inglaterra. A partir de allí, se plantearon las preguntas sobre la naturaleza del buen diseño, cómo deberían enseñarse el arte y la artesanía y los efectos que los edificios tienen sobre las personas que los habitan (Whitford 1984, 7).

Si bien la escuela buscaba una nueva expresión artística en la era de la máquina, la respuesta no fue solo la sustitución del ornamento por la forma abstracta como base estética del diseño industrial, sino la idea de que el arte y la técnica formasen una nueva unidad acorde a su tiempo (Bürdek 1999, 28). Gropius era consciente que el nuevo diseñador industrial no podía ser formado a la manera de las academias, en donde se pretendía crear una obra única e irrepetible, pero tampoco era adecuado el método utilizado por las escuelas de artes y oficios, cuyo pragmatismo no admitía la posibilidad de mejorar la calidad del diseño. Estas inquietudes fueron entonces las que lo animaron a presentar su propuesta pedagógica, que pretendía unir las dos escuelas para lograr una formación integral. Así es que decidió crear un nuevo centro educativo que lograría, en la era de la reproductibilidad técnica, una síntesis estética mediante la integración de todos los géneros del arte con las artes aplicadas, bajo la primacía de la arquitectura (Bürdek 1999, 33).

Una nueva experiencia pedagógica

Para elevar la calidad al producto industrial y la potencia artesana al mismo nivel que las bellas artes, fue necesario recuperar los métodos artesanales de elaboración de los objetos tanto en el diseño en comunicación visual como en la actividad constructiva. Por ello es que los talleres, que retomaban de algún modo la tradición del artesanado medieval, se convirtieron en el corazón de la formación de la Bauhaus, lo cual se evidenciaba en su plan de estudios.

Diagrama del plan de estudios de la Bauhaus, 1923.

Fuente: Museo Bauhaus, foto de Claudia Montoro, Dessau, 2018

Luego del curso preliminar, los estudiantes podían elegir los talleres específicos, que estaban a cargo de dos encargados: un «maestro de la forma» (artista) y un «maestro del oficio» (artesano).

Sin embargo también formaba parte del espíritu de la institución promover el debate intelectual sobre el diseño, por lo que se incorporó una importante dosis de teoría en su currícula (Whitford 1984); aunque la verdadera discusión se producía permanentemente en el propio seno de la escuela entre los distintos miembros del cuerpo docente y su director.

A pesar que la escuela logró generar una imagen uniforme de su producción en las distintas áreas de diseño y muchos imaginan que sus 14 años de vida se desarrollaron en armonía, se trató de una experiencia que no puede leerse como una unidad. Por el contrario, podemos reconocer distintas etapas e identificar diferentes tendencias que estarían relacionadas con los cambios de dirección, sedes y docentes a cargo de los talleres o el curso preliminar.

La base fundamental de la educación en la Bauhaus era el curso preparatorio–Vorkurs–, núcleo de la enseñanza artística y politécnica (Bürdek 1999, 28-30) y una de las más destacadas innovaciones de la escuela (Droeste 2015, 16), cuya dirección no solo iba a determinar la orientación de la formación, sino los principios filosóficos que guiarían las propuestas formales. Así se reconocen una primera etapa fundacional más expresionista, idealista y romántica (1919-1923) y una más racional o de consolidación (1923-1928). Ellas pueden identificarse a través de dos emblemas que representaron a la escuela.

El primer sello, de 1919, que es atribuido generalmente a Johannes Auerbach o en algunas publicaciones a Karl Peter Röhls (Droeste 2015, 31), fue elegido en un concurso de estudiantes. Resuelto con técnica xilográfica e inspirado en el expresionismo, se encuentra cargado de simbología que refleja la afinidad de los principios de la escuela con los artesanos medievales, lo que marca la primera etapa de la escuela. La segunda propuesta, creada por Oskar Schlemmer en 1922, connota la orientación emergente con líneas geométricas e influencias gestálticas. En ese segundo momento la escuela se apartaba del medievalismo, el expresionismo y la artesanía, para dar lugar a un diseño racionalista, más acorde con la era de la máquina (Meggs y Purvis 2009, 311-312).

El Vorkurs tenía como fin enseñar a los estudiantes los fundamentos y características de los materiales, composición y color. Durante los primeros años, el taller preliminar estuvo dirigido por el carismático pintor suizo Johannes Itten (1888-1967), quien estimulaba la creatividad individual desde una propuesta más experimental y artística –método inductivo– y cuyo deseo utópico de crear una nueva sociedad espiritual estaba marcado por un profundo misticismo (Meggs y Purvis 2009, 310-311).

Fuente: http://bauhauseso.blogspot.com/p/blog-page_11.html

A partir de la salida de Itten del Vorkurs y la incorporación de Lazló Moholy-Nagy (1895-1946), como maestro de la forma en el taller de metal, se produce la sustitución del binomio arte-artesanía por el de arte-técnica. La enseñanza empezaría a basarse en principios científicos y el diseño de prototipos para la industria, con el consecuente abandono de todo lo relacionado con el artesanado. Su pasión por la tipografía y la fotografía inspiraron el interés de la Bauhaus por la comunicación visual (Meggs y Purvis 2009, 313).

También Josef Albers llega a la dirección a partir de un cambio de rumbo de la escuela. Albers transformó el curso en una Teoría del Taller (Droeste 2015, 16), donde comienza a enseñar cómo diseñar con la menor cantidad posible de elementos, máximo ahorro del material y creación de objetos en poco tiempo, de acuerdo a la reforma que Hans Meyer impusiera en su mandato como director.

Tres directores, tres sedes

Aunque si bien la dirección de la institución está marcada por tres importantes figuras del diseño y la arquitectura como Gropius (1919-1928), Hannes Meyer (1928-1930) y Ludwig Mies Van der Rohe (1930-1933), estos últimos fueron fuertes rivales de la propuesta intelectual de Gropius. Sin embargo hubo una continuidad que residía esencialmente en las aspiraciones antiacadémicas y reformadoras (Droeste 2015, 9). Asimismo las distintas ciudades en las que se estableció la Bauhaus fueron de singular importancia para su desarrollo experimental.

En un inicio, la Bauhaus ocupa el espacio físico de la antigua Escuela de Artes y Oficios de Weimar cuyo gobierno, de sesgo socialista, apoyó la apertura de este espacio educativo. Con los cambios políticos que determinaron una mayoría nacionalista en el parlamento (1924), y con la oposición de los artesanos locales, que se resistían a los estrechos lazos entre la escuela y la industria (Droeste 2015, 151), se dispuso el traslado de la institución a otra ciudad.

En septiembre de 1924, la propuesta más generosa para restablecer la escuela fue de la ciudad de Dessau. Con un gobierno socialdemócrata, una población de 70.000 habitantes y un número importante de industrias modernas –entre las que destacaba la fábrica de aviones Junkers– y el 25% de las industrias químicas de Alemania concentradas en el área (Whitford 1984, 154), Dessau se convertiría en la mejor opción para la construcción del nuevo edificio que albergaría a la escuela.

El diseño estuvo a cargo de su director, Walter Gropius, y se convirtió en su obra maestra. La nueva sede se construyó entre 1925 y 1926 sobre terrenos públicos: dos manzanas otorgadas por el alcalde Fritz Hesse, atravesadas por una calle pública (Droeste 2015, 155). El proyecto consideraba la propuesta pedagógica para resolver la distribución funcional del edificio. Se establecieron las áreas de enseñanza de aulas y talleres a ambos lados de la calle, atravesada por un puente que vinculaba ambos sectores y alojaba la administración, las oficinas del director y algunos profesores. Completaba el conjunto un área con 28 pequeños estudios, pensadas como habitaciones de estudiantes.

Desde el punto de vista de su expresión formal el edificio no se presenta como un solo volumen sino que se extiende espacialmente en tres direcciones, por lo que es necesario, para recomponerlo en su totalidad, realizar un recorrido alrededor del mismo: se puede considerar entonces que se incorpora así el tiempo, la cuarta dimensión. Estos principios lo convierten en uno de los más claros ejemplos de arquitectura moderna y a Gropius en uno de sus grandes exponentes.

La excepcional fachada de vidrio continuo que presentan los talleres es posible gracias al sistema estructural de hormigón armado, que permite despegar la piel de cristal que constituye la envolvente y permite tanto desmaterializar el volumen como una fluencia espacial dada por estas transparencias. Los cuerpos geométricos de los talleres y las aulas se conectan entre sí a través del puente elevado, mientras que a continuación del volumen del comedor, un prisma de base rectangular, al que se le otorga cierta plasticidad con un juego de balcones,contiene las habitaciones de los estudiantes.

Talleres e ingreso de la Bauhaus| Dessau| – Foto: Claudia Montoro, 2018

La escuela será clausurada por el nacionalsocialismo por considerarla subversiva y nuevamente trasladada en 1932 a Berlín, donde ocupó el espacio de una fábrica de teléfonos abandonada, ya bajo la dirección de Mies van der Rohe, antes de ser cerrada para nunca más abrirse.

Dessau. Su momento de consolidación

Durante el período en Dessau (1925-1932), la identidad de la Bauhaus se consolidó. Si bien se pueden encontrar ciertos vínculos con las propuestas tanto de De Stijl por la cercana presencia de Theo van Doesburg –desde la época de Weimar– o el Constructivismo, la escuela había desarrollado propuestas formales que se podían aplicar con inteligencia para resolver los problemas de diseño (Meggs y Purvis 2009, 315).

Desde la propuesta arquitectónica de Gropius, que contemplaba los requerimientos funcionales de la escuela, hasta la producción de los distintos talleres y la publicación de la revista Bauhaus, se marcó un rumbo que influenció el diseño del siglo XX.

En 1926 se cambió el nombre por el de Hochschule für Gestaltung: Escuela Superior de la Forma; se abandonó el sistema medieval de enseñanza dando paso a la figura del «profesor», que sustituía al«maestro», y se reestructuró el plan de estudios. La tipificación, la fabricación en serie y la producción en masa se convirtieron en las directrices del trabajo (Bürdek 1999, 32).

Los talleres, a pesar de las transformaciones, siguiendo a cargo de figuras destacadas. Aquellos vinculados al arte y al diseño de la comunicación visual fueron:

-Wassily Kandinsky (1866-1944): maestro del taller de pintura mural. En sus indagaciones, la composición habría de surtir efecto a través de elementos formales, el color y el orden en la superficie del cuadro. Su libro Punto y línea sobre plano publicado en 1926, se convirtió en su primer libro de análisis de los elementos pictóricos.

-Paul Klee (1879-1940): fue profesor de teoría de la forma desde 1921. Sin experiencia en la pedagogía, transformó el aprendizaje de la forma en un aprendizaje pictórico utilizando diferentes tipos de composición, basados en la proporción, el giro, la reflexión.

-Herbert Bayer (1900-1985): fue alumno y luego nombrado profesor del taller de tipografía y diseño gráfico. Desde ese espacio, en 1925 diseñó una fuente«universal», sans serif geométrica o de palo seco, que reducía el alfabeto a formas sencillas (Meggs y Purvis 2009, 316) y cuya versión digital recibe el nombre de Architype Bayer.

Herbert Bayer, Portada primer número Revista Bauhaus |1928
Fuente: https://i.pinimg.com/originals/c7/fa/2d/c7fa2d81d0402cac00c38ad744cbab29.jpg

Herbert Bayer. Tipografía Universal | 1925. Fuente: http://1.bp.blogspot.com/-4CbJSAoqkTo/TbqadQNe_WI/AAAAAAAAAHY/gbc6buU5g7E/s1600/universal.jpg

En cuanto a uno de los principales objetivos de la institución, el de dignificar el objeto de uso cotidiano y otorgarle calidad del producto industrial, va a resolverse también a través del trabajo en los talleres. Estos, vinculados al diseño del producto o diseño industrial apelaron al uso de formas geométricas simples, que poseyeran un alto grado de funcionalidad para permitir la socialización de los objetos (lo que significaba que sean accesibles a todos los bolsillos). Para ello en esta etapa se estudió teórica y prácticamente el concepto de función (Bürdek 1999, 32).

Probablemente las mejores propuestas de diseño llegaron de la mano del taller de muebles y del de metales. El primero estaba a cargo de un exalumno y posterior socio de Gropius en el exilio, el húngaro, Marcel Breuer (1902-1981).

Marcel Breuer. Silla B3 o Silla Wassily. Tubo de acero y cuero, 1925

Marcel Breuer. Silla Folding D4. Plegable con apoya brazos, 1926

Breuer fue el inventor de los muebles diseñados en tubos de acero y cuero o fibras vegetales, entre los que se destaca la silla Wassily, denominada así en honor al gran maestro de la Bauhaus, Wassily Kandinsky.

Del taller de metales, las figuras Karl J. Jucker, Wilhem Wagenfeld –autores de la famosa lámpara de escritorio de 1923-1924–, y la de Marianne Brandt, quizás sean las más representativas. La producción de lámparas en acero y vidrio, y los juegos de utensilios domésticos de líneas puras y materiales pulidos, marcarán la tendencia del diseño de objetos de uso doméstico hasta nuestros días.

Marianne Brandt. MBTK 24 SI. Tetera esférica, 1924. Plata 925/1000. Ebano

Tetera Marianne Brandt. Modelo MT 49

Las figuras femeninas

El rol de las mujeres apenas cambió en la Bauhaus, dirá Droeste (2015, 28) en su texto sobre la escuela. La mayoría de ellas estaban destinadas al taller de tejidos y la proporción de casi un 50% de aspirantes femeninas en la primera época de Weimar se estabilizó en un 30% en los años siguientes (Droeste 2015, 28).

Muchas de ellas formaron pareja con sus maestros, y a partir de allí adoptaron sus apellidos –Anni Albers, Lucia Moholy–, otras, como el caso de Lilly Reich, pareja y socia de L. Mies van der Rohe, no fueron reconocidas por sus diseños.

Sin embargo su rol en algunos talleres y su influencia sobre sus esposos y amantes fueron significativas: Gunta Stölzl (1897-1983) fue alumna, maestra de taller, profesora y directora del taller de textil; Lilly Reich (1885-1947) fue diseñadora de muebles; Anni Albers (1899-1994) también se dedicó al diseño textil porque el reglamento de la escuela no le permitió estudiar pintura; Otti Berger (1898-1944) fue directora del departamento de tejidos y creó una de las tiendas de mayor fama berlinesa de la época, Atelier para Textiles; Alma Siedhoff-Buscher (1899-1944) desarrolló mobiliario y juguetes infantiles e inculcaba a los alumnos la idea de crear jugando, el disfrute de la creación y el goce como eje principal de cualquier diseño(3) ; Marianne Brandt (1893-1983) fue una de las aprendices de mayor talento en el taller de metales, obsesionada por la función, la geometría y las formas elementales.

A modo de cierre

Al cierre de la Bauhaus, en 1933, la resonancia pública que la escuela había tenido durante su existencia a través de la difusión de sus logros en las revistas de arquitectura y diseño, generaron un «mito» que se propagó por muchos países. La diáspora producida por la emigración de sus docentes a Estados Unidos, México o Rusia, permitió no solo la influencia de los productos y diseños como modelos a imitar, sino que el rol que ejercieron cada uno de ellos en las instituciones, sobre todo estadounidenses, posibilitó la formación de muchos arquitectos y diseñadores que continuarían proyectando con líneas puras y conceptos modernos.

Notas

1- Deutsche Werkbund (Asociación Alemana de Artesanos), fundada en Münich 1907, reúne a artistas, artesanos, industriales y publicistas —entre los que se encontraban Hermann Muthesius, Peter Behrens, Henry Van de Velde y el propio Walter Gropius—, que tenía como meta mejorar la labor del diseñador mediante la educación y la publicidad a través del trabajo conjunto del arte, la industria y la artesanía. (Bürdek 1999, 24)

 2- Para John Ruskin, el trabajo debe producir placer a quien lo realiza (“las piedras de Venecia” 1851-1853) y esta división del trabajo impide al diseñador participar en la totalidad del proceso de elaboración del producto, tanto como tomar decisiones proyectuales en cada una estas etapas y esta, considera, es la diferencia que entre el proletariado decimonónico y artesanado medieval.

3- Su figura inspiró la película Bauhaus. Lotte am Bauhaus (Gregor Schnitzler, 2019)

Referencias bibliográficas

Bürdek, Bernhard E. Diseño. Historia, teoría y práctica del diseño industrial. Barcelona: Editorial Gustavo Gili, 1999.

De Fusco, Renato. Historia de la arquitectura contemporánea. Madrid: Blume Ediciones, 1981.

Droeste, Magdalena. La Bauhaus. 1919-1933. Reforma y vanguardia. Colonia: Taschen, 2015.

Frampton, Kenneth. Historia crítica de la arquitectura moderna. Barcelona: Gustavo Gili, 1981.

Meggs, Philip B. y Alston W. Purvis. Historia del diseño gráfico.México: Editorial RM, 2009.

Whitford, Frank. Bauhaus. London: Thames and Hudson Ltd., 1984.

Cómo citar

Montoro, Claudia. «La Bauhaus. A 100 años del inicio de la Escuela de Diseño (1919-1933)». Revista Polis, n° 16 (2019). https://www.fadu.unl.edu.ar/polis

CLAUDIA A. MONTORO
Arquitecta. Doctoranda en Arquitectura (FADU, UNL). Investigadora FADU, UNL. Profesora Titular en la cátedra Historia del diseño (LDCV, FADU, UNL). Profesora Adjunta en la cátedra de Historia II y III (Arquitectura, FADU, UNL). Profesora Adjunta en la cátedra de Historia I y II (LDI, FADU, UNL). Miembro del INTHUAR (FADU, UNL).