El Centro para la Transferencia de los Resultados de la Investigación (Cetri Litoral) se inscribe en la Secretaría de Vinculación y Transferencia Tecnológica de la Universidad Nacional del Litoral y su razón de ser ha estado siempre ligada a la identificación de las capacidades y resultados de la investigación que existen en la Universidad, orientándolos a dar respuestas acordes a las necesidades de la sociedad y de los tiempos.

A través de esta estructura de interfaz, la UNL colabora en la resolución de problemas de empresas u organizaciones, facilitando los procesos administrativos ligados a la transferencia de tecnología; con sistemas ágiles y flexibles que pueden adaptarse a las necesidades y modalidades de las entidades.

Desde sus inicios lleva la innovación grabada en su ADN, ya que surgió como una forma de organización novedosa para el sistema universitario argentino.  A un cuarto de siglo de este transitar, vale la pena desandar algunos de sus números claves:  

 

186 patentes solicitadas en 18 países del mundo. A 2019 son 51 las concedidas, 29 en Argentina y 22 internacionales.

3.554 convenios firmados con empresas y gobiernos, que implican servicios tecnológicos, como ensayos, consultorías y asesoramientos, desarrollos, investigación concertada, capacitación a distancia.

2.075 empresas y organizaciones contrataron los servicios de la UNL. Y se ha logrado un incremento anual en la facturación.  

96 proyectos de innovación tecnológica cuya gestión de financiamiento se realizó en la UNL.

“Con la creación del Área de Propiedad Intelectual, la UNL comienza a tener un rol proactivo en materia de protección de los resultados de los desarrollos de sus investigadores. Esa decisión nos permitió que hoy seamos la Universidad que más patentes ha presentado y la segunda institución de investigación en Argentina, después de Conicet”, asegura Christián Nemichenitzer, director Cetri Litoral.

 

 

Generar las condiciones para su creación

La creación del Cetri Litoral, hace 25 años, posicionó tempranamente a la UNL en el mapa de la transferencia y la vinculación tecnológica de Iberoamérica.  

En un escenario de recuperación del sistema democrático en la Argentina y con ello, la normalización de las Universidades, la UNL inauguró un proceso caracterizado por la puesta en valor social de los conocimientos que se producían dentro del ámbito científico-académico. Dos universidades instalaron el debate en la Argentina, en torno a la manera en que las instituciones de educación superior deberían vincularse con el sector productivo, dejando atrás el argumento de que los tiempos de la universidad no eran los tiempos de la industria. Una de ellas fue la UNL y la otra, la Universidad de Buenos Aires.

Eduardo Matozo, primer director del Cetri Litoral e integrante del grupo que lideró la creación de este Centro, desde que era tan solo un proyecto, contextualizó el proceso: “La recuperación de la democracia junto a las facultades de gobierno y autonomía plena de la universidad, en el año 1986, implicó primero un reordenamiento desde el punto de vista académico, los docentes, las cátedras, etc. Posteriormente se comenzaron a ver los problemas relacionados con la planificación de la ciencia y la tecnología, que por aquel entonces no tenían una organización coherente”.

Si bien, la tarea de transferir en la UNL se inició varias décadas antes a la puesta en marcha del Cetri Litoral, la creación de esta unidad dio institucionalidad y especificidad a la vinculación tecnológica, e inauguró un modo de entender la tarea de la extensión de la Universidad, que junto a las misiones de docencia e investigación constituyen los pilares conceptuales e ideológicos de la Universidad Reformista.

 

Crecer desde el pie

“Entre los años 87 y 90, la UNL comenzó a promover líneas propias de investigación, organizadas mediante proyectos que visibilizaban las fortalezas de la Universidad y las demandas regionales, y con ello, se comenzó a trabajar en cómo transferir esos conocimientos y desarrollos, algo que no era parte de la cultura de la Universidad”, comentó Matozo.

En la conformación del Cetri Litoral tuvo un papel fundamental la relación de cooperación con España, en el marco de la cual, la AECID (Agencia Española de Cooperación para el Desarrollo) aprobó un proyecto presentado por la UNL, a partir del cual, el 15 de marzo de 1994 se pone en marcha la unidad de interfaz y con ello, uno de los hitos centrales en la historia de la transferencia en la universidad.  “Empezamos como tantas Universidades, y ahora el Cetri tiene 25 años; eso habla de que los primeros pasos tienen que ser sólidos, todo crece desde el pie “destacó.

El modelo de gestión que se plasmó implicó un proceso de transformación de la cultura institucional, pensado a partir de: capacitación de recursos humanos específicamente para abordar la temática, inversión de recursos financieros y el abordaje de todos los aspectos de la vinculación, es decir; la utilidad de los resultados, el beneficio de la incorporación de la innovación, las cuestiones jurídico legales y económicas de los acuerdos, etc. 

 

Presente y futuro del Cetri-Litoral

Christián Nemichenitzer, actual director del Cetri Litoral comentó que “actualmente el Cetri se encuentra enfocado en mejorar la calidad y eficiencia de las acciones de soporte que se ofrecen a los investigadores y los equipos de gestión. Estamos trabajando fuertemente en fortalecer a los investigadores en habilidades blandas, que ellos mismos identificaron como falencias propias al momento de encarar procesos de transferencia. Por otro lado, hacia afuera de la UNL, el propósito más importante tiene que ver con hacer llegar a más empresas y organismos nuestras capacidades científicas y tecnológicas, así como los desarrollos tecnológicos generados dentro de nuestra Universidad. Queremos que más empresas puedan tenernos como socios estratégicos en sus procesos de innovación, y así incorporar conocimiento al sector productivo”.

En el marco del centenario de la Universidad, la vinculación y la transferencia tecnológica enfrenta desafíos y renueva sus compromisos, y así lo expresó Javier Lottersberger, actual secretario de Vinculación y Transferencia Tecnológica: “El mayor crecimiento de los sectores industriales se produce debido a la innovación y la incorporación de tecnología a productos, bienes y servicios; y la Universidad tiene las condiciones para generar ese valor agregado. Hoy, más que nunca, la vinculación tecnológica tiene el desafío de acercar ese valor, lo más rápido posible, a los sectores productivos y al estado, a través de diferentes estrategias como la protección de los resultados o la búsqueda de alternativas de financiamiento de los nuevos desarrollos. La universidad se posiciona, cada vez más en lugares estratégicos entre la fuente de conocimiento y la salida de un producto al mercado”.