Lavarse los dientes teniendo todo el tiempo la canilla abierta; limpiar el auto o la vereda utilizando una gran cantidad de agua potable; abrir el agua caliente de la ducha o el grifo de la cocina por demasiado tiempo antes de realizar la tarea, son algunos ejemplos del uso indebido del agua. Hábitos que podemos modificar en procura de mejorar la salud del planeta. Son imágenes que duelen por sobre todas las cosas porque -según el informe del Programa Conjunto de Monitoreo, Progress on drinking water, sanitation and hygiene: Special focus on inequalities, 2000-2017 del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y de la Organización Mundial de la Salud (OMS)- existen miles de millones de personas, (principalmente en áreas rurales,) que aún carecen de estos servicios básicos: “En todo el mundo, una de cada tres personas no tiene acceso a agua potable salubre, dos de cada cinco personas no disponen de una instalación básica destinada a lavarse las manos con agua y jabón, y más de 673 millones de personas aún defecan al aire libre”. 

En este contexto, el objetivo Nº 6 de las Naciones Unidas para el desarrollo sostenible consiste en la necesidad de garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todas las personas. Es en este sentido que, para conmemorar el Día Mundial del Medioambiente, desde la Secretaría de Ciencia, Arte y Tecnología de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) se quiere visibilizar dos trabajos  concretos que se realizan en esta Casa de Estudios y en institutos UNL-Conicet para aportar al saneamiento y cuidado del agua, es decir, cómo actuar ante la contaminación y los desechos industriales.

Uno de estos trabajos, se llevó a cabo en el marco del proyecto CAI+D 2016 “Eliminación de contaminantes de impacto ambiental mediante Procesos Avanzados de Oxidación y Procesos Biológicos”, a cargo de Cristina Zalazar, docente-investigadora del Instituto de Desarrollo Tecnológico para la Industria Química (INTEC-UNL-Conicet)  y del Departamento de Medioambiente de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas (FICH-UNL). Mientras que la otra propuesta refiere al proyecto CAI+D 2016 “Dinámica de contaminantes en Wetlands construidos para tratamientos de diferentes efluentes”, bajo la dirección de María Alejandra Maine, docente-investigadora de la Facultad de Ingeniería Química (FIQ-UNL)  y del Instituto de Química Aplicada del Litoral (IQAL Litoral UNL-Conicet)

Planta Piloto en Margarita

Existen postales sobre el no cuidado del ambiente que también son dolorosas y que refieren a la disposición final de los bidones de agroquímicos o cómo se vierten los desechos industriales al ambiente. Por ejemplo, un "mosquito" es enjuagado a la vera de la ruta, operarios descartan los  bidones de plaguicidas sin realizar el triple lavado cerca de la casa del puestero y un tambero o capataz  los utiliza como macetas para cultivar lirios o palmeras.

“En las últimas décadas, el aumento de los estándares de vida y el mayor consumo de las sociedades modernas ha agravado los problemas de contaminación del aire, del agua y del suelo. Debido a la naturaleza refractaria de numerosos contaminantes, los procesos de tratamiento convencionales no logran eliminarlos completamente del ambiente”, sostuvo Cristina Zalazar y añadió: “En algunos casos, dependiendo de ciertas condiciones, es posible aplicar los Procesos Avanzados de Oxidación (PAOs). Los PAOs constituyen un grupo de tecnologías limpias que permiten degradar químicamente los contaminantes y transformarlos en sustancias inocuas. Dentro de estos procesos  se encuentra,  por ejemplo, el que combina el uso de radiación UV con agua oxigenada. También se estudiaron sistemas de biopurificación o camas biológicas para descontaminar efluentes con alta carga de pesticidas”.

“A través de la investigación experimental y el modelado de los procesos involucrados en la degradación de contaminantes, se desarrollaron estrategias para superar las limitaciones actuales de cada tecnología y se generaron herramientas que permitan su aplicación a escala real”, indicó Zalazar.

Un ejemplo de ello,  refiere a la planta de Reciclados de Envases de Agroquímicos o Plaguicidas de la Cooperativa Agrícola de Margarita, (provincia de Santa Fe), que se pondrá funcionamiento a la brevedad, y en donde el eje de la planta piloto fue optimizar el uso del agua en la limpieza del envases de agroquímicos y en el tratamiento de estos efluentes. Además, se realiza la molida del envase de plástico. “Se trabajó en el diseño de la planta piloto, de una lavadora secuencial, el material del bidón bien lavado se recicla y se usa para construir materiales que no tengan contacto con las personas, como  durmientes para ferrocarriles que se pueden realizar de plástico, postes de alambrado para los tejidos de los campos, baldes, mangueras, entre otros productos”, manifestó Zalazar.             

El grupo de trabajo está conformado por Cristina Zalazar, Eduardo Gabriel Vidal, Alejandra Durán y Maia Lescano.

Camas biológicas o biobeds

Las camas biológicas o biobeds son una innovación sueca para el manejo seguro de plaguicidas. Se utiliza para prevenir y mitigar posibles derrames de las mezclas de agroquímicos en el llenado de los tanques de aplicación, en los “Mosquitos” y en el manejo de residuos dentro y fuera de los equipos de aplicación.

En el artículo, “Biodegradation of pesticide-contaminated wastewaters from a formulation plant employing a pilot scale biobed”, recientemente publicado en Science of the Total Environment   (2022) por Maia Lescano, Nerina Fussoni, Eduardo Vidal y  Cristina Zalazar, indican que “El biobed o cama biológica diseñado a escala piloto permitió tratar aguas residuales con alta concentración de plaguicidas, alcanzando una eliminación completa de glifosato, AMPA, atrazina, carbendazim y prometrina”. Como así también, “una buena degradación se alcanzó en el porcentaje de imidacloprid  (60%), un plaguicida de difícil biodegradación, y la biomezcla mostró suficiente actividad para continuar con el tratamiento de aguas residuales adicionales. La prueba de germinación mostró baja toxicidad al final del tratamiento tanto en la biomezcla como en el agua residual de recirculación”. Lo cual es una excelente noticia para el cuidado del ambiente en las zonas agrícolas del país. Ver foto

El desarrollo de esta tecnología en el Instituto de Desarrollo Tecnológico para la Industria Química (INTEC UNL-Conicet),  lo realiza un equipo multidisciplinario conducido por Cristina Zalazar y Maia Lescano. Además, trabajan en el equipo  María de los Milagros Ballari, Maria Emilia Fernandez, José Luis Godoy, Eduardo Vidal, Carolina Masín, Alejandra Durán, Sofía Lammertyn y Aldana Clebot.

En abril del corriente año,  se publicó la norma IRAM 29561 Calidad Ambiental “Guía para la construcción y el manejo de camas biológicas”, una herramienta de vital importancia en las tareas de prevención de la contaminación en las zonas agrícolas del país y formaron parte en la elaboración de la propuesta Maia Lescano y Cristina Zalazar.

Wetlands construidos        

Desde hace años estudiamos los procesos de retención de contaminantes de dos wetlands para el tratamiento de efluentes de industrias metalúrgicas. Estos wetlands (humedales construidos) demostraron una alta eficiencia en la retención de contaminantes”, expresó María Alejandra Maine y continuó: “Con la experiencia adquirida durante estos años, utilizamos sistemas wetlands para el tratamiento de efluentes de otras características, efluentes complejos como el lixiviado de rellenos sanitarios y los efluentes de una fábrica de fertilizantes. Como así también, efluentes de industrias lácteas y de tambos, ya que nuestra zona es parte de la cuenca lechera de Argentina, donde hay numerosos tambos y pequeñas industrias lácteas, cuyos efluentes podrían tratarse adecuadamente con sistemas wetlands”.

El equipo de trabajo está integrado por María Alejandra Maine (directora), Hernán Hadad (co-director), María Celeste Schierano, Sandra Caffaratti, María del Carmen Pedro, Marcelo Campagnoli, Gabriela Cristina Sánchez, María de las Mercedes Mufarrege, Gisela Alfonsina Di Luca y Emanuel Nocetti.

“El objetivo general de nuestra investigación fue evaluar  la dinámica de contaminantes y optimizar la eficiencia de los wetlands construidos en la remoción de contaminantes de diferentes tipos de efluentes”. continuó Maine.

“Desde que el hombre comenzó a generar residuos industriales, lo primero que hizo fue arrojarlos al río porque la naturaleza era sabia y podía depurarlos. Luego, la situación se modificó por la gran cantidad de desechos, dado el avance del desarrollo industrial. Entonces, en la década de 1970 nacen los humedales construidos, en dos grupos, en Alemania y Estados Unidos. La Administración Estadounidense de Aeronáutica y el Espacio, más conocida como NASA, comenzó a trabajar con el camalote como gran depurador (planta acuática que fue traída  como suvenir de un viaje a Japón, en el marco de un congreso) dado que en la zona de Florida (EE.UU.),   producto del clima cálido, los camalotes crecen de sobremanera y tenían una capacidad de depurar los efluentes”, explicó Maine.

Considero que los humedales construidos representan una técnica consolidada en todo el mundo para el tratamiento de efluentes cloacales y están siendo cada vez más utilizados como tratamiento  final de efluentes industriales. Son relevantes para el cuidado del planeta porque no utilizan reactivos químicos, tienen bajo consumo de energía, no requieren personal especializado para su mantenimiento y se integran paisajísticamente al ambiente”,  concluyó Maine

Los trabajos de investigación de Zalazar y Maine son ejemplos concretos del compromiso de la comunidad científica universitaria santafesina con el cuidado del medio ambiente. Situación que implica una fuerte vinculación con el entramado socioproductivo de la región litoral.